ME HE CANSADO DE FALLAR AL BLANCO

Una y otra vez. Siempre fallo. Cada que fallo me hace ver la imperfección en la que está sumergida el ser humano y la débil fuerza en la que está sustentada mi “fuerza de voluntad”. He escuchado que pecar significa “fallar al blanco”, cuando pecamos quiere decir que fallamos en la perfección de Dios, pero que no queda ahí, no se trata de que toda la vida vamos a ser unos losers, es verdad que somos humanos y vamos a fallar, pero es precisamente por eso que Jesús vino a la tierra.

Año tras año uno de mis propósitos ha sido “pecar menos”, pero hace tiempo me he dado cuenta que es una de las cosas más absurdas que me he propuesto, mis uvas de los 12 deseos de año nuevo se resumían en dejar de pecar, y es que en mi vida hay malos hábitos que he desarrollado que para nada agradan a Dios. He estado orando mucho para saber por qué esos malos hábitos nunca cesan de mi vida, y mi respuesta fue la siguiente: te has enfocado demasiado en el pecado cuando Jesús ya lo venció, enfócate en Jesús.

Muchas veces nos enfocamos en estar pescando lo que Jesús ya echó al fondo del mar. Encontramos en su palabra (Miqueas 7:19) que Dios toma nuestros pecados y los deposita en el fondo del mar, que Él tiene misericordia de nosotros y se compadece ¿por qué nos enfocamos en algo que Dios ha decidido tirar? Mi respuesta a mi pregunta fue <<más de Jesús, menos de mí>>; menos de mi persona, de mi pecado, de mi humanidad, mis fallas. Enfoquémonos en seguir a Jesús, a ser como él, a adorarlo, a buscarlo, a pasar tiempo en su palabra, en su intimidad y él hará la obra. No busques más en el mar de pecados, busca sumergirte en el mar de su gracia.

¿Cómo podemos lograrlo?

No basta con la fuerza de voluntad que tenemos, evidentemente si solo cimentamos esta decisión en nuestras fuerzas vamos a fallar una y otra vez, porque es una fuerza humana, y pues lo he comprobado más de 10 veces en los años anteriores. Se trata de que nuestros cimientos se encuentren en Jesús, el único ser perfecto que ha pisado este mundo. No podemos en nuestras fuerzas, podemos de rodillas, cuando aceptamos ser débiles, ahí el poder de Dios se manifiesta y es en sus fuerzas que podemos lograr más de lo que te imaginas.