EN EL HOYO
![](https://static.wixstatic.com/media/26b68b_cc1bbbbd2ec24c71a07e595b8cb39cf3~mv2_d_3944_5521_s_4_2.jpg/v1/fill/w_980,h_1372,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/26b68b_cc1bbbbd2ec24c71a07e595b8cb39cf3~mv2_d_3944_5521_s_4_2.jpg)
¿Has sentido alguna vez que has tocado fondo y no hay salida? ¿Alguna vez has sentido que fallaste tanto y que es imposible recibir perdón? Yo sí. Muchas veces a lo largo de mi vida he experimentado situaciones en las que pienso que fallé demasiado y no hay manera de regresar a "estar bien". Ha habido veces que me siento tan despreciable, tan en el hoyo que no veo la manera de salir de "seguir haciendo las cosas mal".
La verdad es que yo fallo demasiado, una y otra vez, todos los días cometo errores. Hay semanas tan, pero tan malas en mi relación con Dios que satanás se encarga de depositar sus mentiras para hacerme sentir peor con la finalidad de que no regrese más a la comunión con el Padre. Pero he aprendido algo; siento que en ocasiones decidimos hacerle más caso a la voz del enemigo con su "¿crees que Dios te va a perdonar por eso que hiciste? Mejor ya no lo busques, qué vergüenza. Eres una basura", en vez de escuchar la voz del Espíritu Santo que te confronta y te da ese sentimiento de que te estás alejando de casa y necesitas volver. Todos hemos tenido esa ocasión en la que nos sentimos en el hoyo y sin salida y parece más fácil rendirse que intentar salir. Y sí, estoy de acuerdo, a veces rendirse suena mejor; a veces el "para qué busco a Dios si ya me alejé de él, ya ni se ha de acordar" o el "Dios ya se olvidó de mí porque dejé de ir a la iglesia", suena tan fácil para seguir, pero te diré algo; Dios nunca se olvida de ti. Podemos ver en la parábola de la oveja perdida (Lucas 15) que el pastor fue capaz de dejar a sus 99 ovejas que se encontraban a salvo con tal de ir por UNA sola que se extravió. Tú y yo somos ESA oveja perdida, tú y yo cuando caemos y creemos que no merecemos que el pastor vaya por nosotros porque "al cabo hay otras 99" o porque "Dios ya no me quiere porque me fui", Jesús decidió ir por nosotros para rescatarnos, cargarnos en sus hombros y abrazarnos, para llevarnos de nuevo a casa. A pesar de todo lo que algún día íbamos a hacer, Jesús decidió ir por ti y por mí para arrebatarnos de las manos de la muerte y regresarnos a casa. Tú y yo somos esa oveja descarriada.
No dudes nunca del amor de Dios, aunque te encuentres alejado, en el hoyo, sucio o roto. El amor de Dios es capaz de atravesar cada obstáculo con tal de ir por ti y salvarte. Yo me he sentido de lo peor, me he sentido la persona más sucia, más rota y más miserable, pero quiero decirte que así como el diablo se encarga de con sus mentiras destruirte y llevarte más lejos de casa, Jesús mismo se encarga de buscarte, de amarte y abrazarte sin importarle que estés sucio, lleno de lodo o con olor a basura. El amor y la gracia de Jesús no se limita por qué tan mal puedes sentirte, ni mucho menos le asusta tu pecado; él ya murió por eso y ahora está reinando en gloria con brazos abiertos para recibirte como su hijo.
Yo también me he sorprendido a mí misma de qué tan bajo puedo caer, pero recuerdo que soy un ser imperfecto y sin duda voy a fallar, pero no se trata mucho de mí y de lo que puedo lograr en mis fuerzas, se trata de que tengo la fe puesta en un Dios perfecto que me ama y me da las fuerzas para continuar. Cuando creas que has tocado fondo, recuerda que Jesús ya tocó ese fondo cuando murió en la cruz por ti y por mí y que su amor le alcanzó para llegar hasta ahí para rescatarnos. No escuches más esas voces que te dicen que no puedes salir adelante, que no puedes volver a Dios porque "has pecado mucho". Nunca es tarde para regresar a casa. Nunca estás demasiado sucio para ser abrazado por el Padre. Nunca has cometido el suficiente pecado como para no ser perdonado. Nunca eres rechazado por Jesús. Nunca estás demasiado lejos como para no ser acercado al rebaño. Nunca le has asustado a Jesús ni estás tan en el fondo del hoyo donde el amor y la gracia de Jesús no te alcance. ¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu! ¡Jamás podría huir de tu presencia!
Si subo al cielo, allí estás tú;
Si cabalgo sobre las alas de la mañana,
si habito junto a los océanos más lejanos,
aún ahí me guiará tu mano
y me sostendrá tu fuerza.
Podría pedirle a la oscuridad que me ocultara,
y a la luz que me rodea, que se convierta en noche;
pero ni siquiera en la oscuridad puedo esconderme de ti.
Para ti, la noche es tan brillante como el día.
La oscuridad y la luz son lo mismo para ti.
Salmos 139:7-12