MALOS RATOS
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Una y otra vez, todos los días, cada mañana, cada noche reconozco mi vulnerabilidad; mi debilidad cada que intento hacer algo bueno y termino haciendo lo malo. Lo reconozco, no soy buena intentando ser buena, pero lo intento. Una y otra vez fallo; una y otra vez caigo, pero me levanto y lo vuelvo a intentar.
Las malas circunstancias siempre serán eso, malas circunstancias, y he aprendido que los malos ratos nunca van a dejar de aparecer en nuestra vida, porque son parte de vivir una vida. Los malos ratos y las malas circunstancias no tienen el poder de decir "ay, pobrecita de Hizel, mejor me haré buena para que viva la vida fácil". Pfff, claro que no, somos nosotros quienes tenemos la capacidad de cambiar la actitud con lo que vemos las cosas y sobre todo, aprender de las situaciones, los errores y las circunstancias adversas.
Y es que sí, definitivamente soy la peor intentando ver durante la situación lo mejor, soy de las que necesito sufrir para luego valorar o valorarme incluso a mí misma y cada logro al que he llegado. Pero lo reconozco, reconozco que no he podido sola y que no podré sola nunca. He aprendido que ante las malas circunstancias Dios sigue siendo bueno, él sigue siendo Dios.
Hace tiempo escuché que "Dios es mi diseñador y que él me entiende perfectamente", y sí, en lo natural es agobiante las malas circunstancias, pero tenemos una esperanza mayor que cualquier adversidad. Tenemos un corazón en el cual se alojan sentimiento y emociones, pero también tenemos manos que reflejan acciones; acciones determinan una mejor actitud ante lo que enfrentamos, manos para permanecer insistentes y persistentes luchando por lo que Dios tiene preparados para nosotros. Él tiene un plan aun en las peores circunstancias. Por eso tenemos que aprender a gozarnos en medio de las tormentas. Soy la peor en mis fuerzas, pero aun así me ama, aun así tiene un propósito para mí, aun en mis peores días me ama.
Él quiere que sigamos confiando, que sigamos adelante en su plan, no promete que no habrá adversidad, pero sí promete que estará con nosotros para cruzarla, para vivir en la esperanza eterna y sumergirnos en su gracia y amor. No te rindas; aprende, busca, llama, toca, espera, sé paciente y confía porque Dios es fiel a sus promesas. En ese Dios confío.