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BUENO ES DIOS



Sin duda alguna uno de los atributos de Dios que han resonado en mi corazón durante este año ha sido su bondad. Y es que es una verdad que a veces damos por hecho sin vivir realmente en el espíritu bondadoso de Dios y otras veces ni siquiera lo creemos. No te juzgo, incluso yo misma me he hecho esta pregunta; ¿realmente Dios es bueno?


Durante este año en mi corazón ha retumbado tan, pero tan fuerte esta verdad: Dios es bueno. Esta frase la había estado escuchando en pláticas, en canciones, la había estado leyendo en posts, imágenes... simplemente no podía sacarme de la cabeza la frase de que Él es bueno.


En finales de año es común hacer un recuento de lo que hemos pasado o hemos vivido a lo largo de los últimos 12 meses. Haciendo esto, me volvió a bombardear la verdad "BUENO ES DIOS". Veía mis publicaciones en Instagram de este año, y me hizo recordar que en cada viaje, en cada evento, durante cada mes, en cada situación, Dios me recordaba que Él es bueno, que Él no nos falla, que Él estuvo conmigo durante el año y lo estará para el próximo.


En momentos tan duros solo podía recordar su bondad y que siendo él tan bueno, no iba a dejarme aun y cuando pasara por valles de sombra de muerte o atravesara por el fuego, porque también es una verdad que no nos promete una vida lejos de pruebas y momentos dolorosos, amigo, la vida así es, pero sí nos promete estar con nosotros en medio de esas temporadas.


Durante mi 2018 me aferré a que Dios es bueno. Me despertaba y a pesar de mi situación y mi condición, aunque mi fe flaqueaba, Dios me volvía a repetir "yo soy bueno". Era complicado aceptarlo porque tiendo a enfocarme más en las cosas malas y difíciles que en las cosas buenas y disfrutar, pero siendo sincera ese atributo de Dios me mantenía la fe.


Yo sé que mucha gente podría cuestionar la bondad de Dios con las situaciones en el mundo, con guerras, con necesidad, y no tengo una respuesta concreta para eso, la realidad es que sí, todo eso es real y es palpable en nuestro mundo, pero también es un grito a que nosotros como iglesia, siendo tú y yo llamados a ser la iglesia, nos levantemos para ayudar el necesitado, salgamos a ser generosos, a tocar la necesidad y ensuciarnos un poco las manos para alcanzar al perdido.


La mejor expresión de la bondad de Dios hacia con la necesidad que vivimos en este mundo somo tú y yo. Si en verdad somos el reflejo de Jesús aquí en la tierra, tenemos que comenzar a ser más expresivos en amor, en generosidad, en bondad, en fe.


Aférrate a la verdad que Dios es bueno, que no nos va a dejar, que él prometió a estar junto a nosotros y ser nuestra ancla en tempestad. Recuerda dónde podrías estar hoy si Dios no te hubiera encontrado ¿qué serías tú sin el amor de Dios?


En mi 2018 Dios no me falló, Él es bueno. Me alegra y me eleva la expectativa confiar que la bondad de Dios no se acaba para el 2019, que en Él siempre hay más de lo que nos podemos imaginar.

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