CAPÍTULO 2
Se habían conocido cuando ella comenzaba la universidad y él ya pensaba en dejar los estudios. Formaban parte del mismo grupo de amigos. En realidad él era más amigo de ellos que ella, pero bueno, se conocían.
Ella perdídamente enamorada de él... digamos que a él no le gustaba ella, pero sí llamaba su atención.
Él: ¿Hola? ¡Qué onda! Te invito a cenar ¿qué dices?
Completamente entusiasmada y sin saber cómo pedirle permiso a sus papás para dejarla salir a eso de las ocho pe eme, aceptó.
Definitivamente no era su comida favorita, pero sí su persona favorita. Esa noche solo charlaron un par de horas y la dejó de vuelta en casa; platicaron de cosas cotidianas, la escuela, los amigos, el trabajo de él. Ella tan insegura de cómo podía verse ante él en la primera vez que salían juntos sin el grupo de amigos, se le hacía notar su nerviosismo porque le temblaban las manos... aunque ella intentaba ocultarlo.
Primera y última vez que salieron. Quizá su inseguridad espantó al chavo, quizá el chavo no vio más allá que las manos temblorosas de quien estaba enamorado de él. Ella con la ilusión de continuar hablando y volver a salir, a los seis meses él logra encontrar a la chica de sus sueños; una joven blanca y extrovertida, todo lo contrario a Liz, la chica de las manos de temblorinas.
Para Liz su primera "decepción" y no puede frenar su vida porque un chico no quiso salir más con ella, contempla que el panorama hacia la universidad luce largo, es probable que en el trayecto se vuelva a enamorar. La siguiente vez, quizá con un poco más de éxito. Él ya no tarda en pedirle matrimonio a su chica blanca, luego de dos años de noviazgo, lucen más enamorados que nunca.
Todo el grupo de amigos en común hablan del exitoso noviazgo de él, Liz solo inclina sus ojos, no se siente bien escuchando eso, pero se siente feliz al ver que él es feliz. No con ella, pero es feliz.
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